DOMINGO 2º DE PASCUA 19A: A LAS 12:30
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ESQUEMA DE LA CELEBRACIÓN
(Agradecemos a José María, Mari Paz, Esther y Pedro la preparación)
DOMINGO 2º DE PASCUA -19A 2020-
¿Por qué nos tiene que estar pasando esto?
La comunidad como respuesta
Una comunidad que necesita recibir la Paz… pero que, como Tomás, duda.
Nos damos los buenos días y vamos saludando a las casas que vayan entrando
en esta «iglesia virtual» de Santa Irene.
Después de los saludos, para entrar en ambiente, escuchamos esta música
«Ven a la fiesta»
Saludo y Ambientación
- Saludo del sacerdote
- Saludo de Esther
Pascua de Resurrección: Fiesta, Alegría… Jesús ha resucitado y está entre nosotros. Para empezar esta eucaristía lo primero que vamos a hacer es que los más miembros más pequeños de la comunidad nos presenten sus trabajos con los huevos de Pascua que han realizado en sus casas….
Aquí hemos subido los que hemos recibido hasta ahora
Continúa Esther…
¿Cuántas veces nuestras dudas no nos dejan ver lo que realmente es importante?
Hoy en el evangelio vamos a escuchar las dudas de Tomás. ¿Cuantas veces nosotros dudamos de nosotros mismos, de nuestra fe y no somos capaces de ver que ÉL está con nosotros?
Preparémonos para participar en esta eucaristía con la idea de tratar de analizar que no tenemos que dudar tanto cuando realmente lo que tendríamos es que estar encantados de que Jesús ha RESUCITADO.
Oración – colecta
Padre nuestro, que iluminas este día con la luz de Jesús resucitado,
Danos la gracia de saber encontrarlo en nuestra vida de cada día
y de vivir siempre en su Paz.
Abre nuestros ojos para que sepamos ver sus cicatrices
en los hombres y mujeres que sufren,
y muévenos a llevarles consuelo y esperanza.
Así lo confiamos en el Espíritu de Jesús
que vive ya con nosotros por los siglos de los siglos.
Liturgia de la Palabra
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (2,42-47) -Pedro-
Los hermanos perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones.
Todo el mundo estaba impresionado, y los apóstoles hacían muchos prodigios y signos. Los creyentes vivían todos unidos y tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno.
Con perseverancia acudían a diario al templo con un mismo espíritu, partían el pan en las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón; alababan a Dios y eran bien vistos de todo el pueblo; y día tras día el Señor iba agregando a los que se iban salvando.
Palabra de Dios
CANTO DEL ALELUYA
Lectura del santo evangelio según san Juan (20,19-31)
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos.
Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado.
Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.
Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos.
Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
Palabra del Señor
Momento personal y de compartir -José María-
Dudas, dudas, dudas,
¿Por qué esto me tiene que pasar a mí?
¿Por qué esto nos tiene que estar pasando?
¿Seré capaz de sacar esto adelante?
Cuantas dudas nos planteamos y la mayoría de las veces no somos capaces de contestarnos a nosotros mismos. Además la mayoría de las veces metemos en esas dudas a Dios y le llegamos incluso a echar la culpa de lo que nos pasa.
Permitidme que os cuente una vivencia que me pasó estando en el hospital. Estaba no sé si rezando, reflexionando… que cada uno lo llame como quiera. Era un momento de esos un poco fastidiados, cuando te surgen muchas dudas, yo creo que estaba hablando con Él y le dije “macho esto del coronavirus se te ha ido de las manos” le estaba echando la culpa a ÉL. Automáticamente me vino a la cabeza una frase del evangelio del 2º domingo de Cuaresma “LEVANTAOS NO TEMÁIS” os aseguro que en ese momento mi cuerpo entro en una paz que no sabría explicaros pero que no se me ha olvidado.
Tal y como nos dice Juan en su relato, “los apóstoles estaban encerrados por miedo a los judíos”, que no por confinamiento, Jesús se aparece y les dice: “Paz a vosotros” Lo primero que tenemos que hacer es estar dispuestos a recibirle en cualquier momento y a recibir lo que nos trae, esa PAZ interior que nos aleje de nuestras dudas personales, Él está con nosotros.
Y después estar dispuestos a dejar de mirarnos y de observarnos a nosotros mismos y empezar a mirar a nuestro alrededor, porque Juan nos lo deja muy claro en el evangelio cuando dice: « Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo» pues eso es lo que nos toca a nosotros ahora no dudar de la resurrección de Jesús y abrir las puertas de nuestras casas, de nuestras iglesias y ser transmisores de su Paz que tanta falta hace hoy en día.
No consiste en dejarlo todo y salir como locos a pregonar que Jesús ha resucitado, consiste en ser nosotros mismos nuestro día a día ayudando y no perjudicando. De esa forma seremos capaces de trasmitir esa PAZ que ÉL nos trasmite y que los demás la descubran a través de nosotros, tal y como Él nos ha pedido.
Después de la reflexión de José María, podemos poner en común los ecos que el evangelio está dejando en nosotros.
Peticiones -Preces -Esther-
- Para que pongamos empeño en construir unas comunidades cristianas alegres y sencillas, en las que quepamos todos, y en las que se respete el camino y el proceso de cada uno. ESCÚCHANOS SEÑOR.
- Para que a pesar de soportar malos momentos y situaciones difíciles en nuestra vida, sepamos descubrir que eres para nosotros esperanza renovada. ESCÚCHANOS SEÑOR
- Para que nos ayudes a vencer nuestra cerrazón de corazón y nuestros miedos, y nos hagas experimentar la paz y la alegría que nos trae la resurrección. ESCÚCHANOS SEÑOR
Si alguien desea hacer su petición, lo puede hacer.
Oración ofertorio
Padre bueno:
Hoy profesamos nuestra fe en la presencia de tu Hijo en medio de nosotros.
Nuestros ojos serán incapaces de verle,
no podremos tocarle con nuestras manos,
pero que nuestros corazones le reconozcan
y nuestras obras den testimonio
de que Jesucristo es nuestro Señor
ahora y por los siglos de los siglos.
Momento de la postcomunión
-
Despedida -Pedro-
Y Cuando la curva del contagio baje
Y los gobiernos anuncien que “lo hemos Conseguido”
Por favor
No volváis a la inmortalidad
No os pongáis otra vez el traje de invencibles
De inquebrantables
De insufribles
No olvidéis lo que habéis sentido
Por favor
Sed vulnerables para siempre
Seguid cantando en los balcones
Seguid aplaudiendo a las señoras de la limpieza
A las cajeras, a vuestras madres
No olvidéis que sólo sois humanos
Que sois fragiles
Que sois finitos
Y cuidad la vida, el planeta
Y a todos los seres del mundo
Hasta el día de vuestra muerte
Como si hubierais aprendido algo”.
Oración después de la comunión
Gracias, Padre, por esta fiesta pascual de luz y de alegría.
Que el Espíritu de Cristo resucitado
inunde los corazones de todas las personas
en ansias de una nueva y fraterna humanidad,
en justicia y en paz.
Así lo confiamos en el Espíritu de Jesús
que vive ya con nosotros por los siglos de los siglos.